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Cómo nos puede ayudar una 'coach' del sueño con los peques

«Lo primero es bajar el ritmo, si vienen de la calle a tope no podemos pretender que se duerman enseguida«, dice esta experta que aconseja mantener las rutinas

Sábado, 7 de junio 2025, 00:24

Olga Sesé estudió Empresariales y Marketing, pero la maternidad le descubrió una nueva 'vocación'. «Mi bebé se despertaba unas diez veces cada noche, yo lloraba muchas mañana porque no había podido descansar». Empezó a investigar y descubrió que en Estados Unidos existía la figura de la coach o asesora de sueño. «Contacté con una y me dio cuatro pautas que funcionaron». Así que decidió formarse ella misma.

Normalmente trabaja con bebés de más de 6 meses «porque antes es difícil que estén preparados», aunque recomienda estar atentos a las señales de sueño desde que nacen. «Cuando se frotan los ojos, se rascan las orejas, se les ponen rojos los párpados… hay que ponerles a dormir sin esperar a que estén irritados porque, si no, será más difícil calmarlos y dormirán peor».

A partir del medio año el bebé ya puede empezar «con hábitos de sueño saludables». «Lo primero es bajar el ritmo, si vienen de la calle a tope no podemos pretender que se duerman enseguida. Encenderemos luces cálidas que simulan el atardecer y ayudan al cerebro a producir melatonina, la hormona que contribuye al descanso. Nada de pantallas o ruidos y cortinas echadas o persianas bajadas si es verano».

En ese ambiente, cada tarde procederemos de la misma manera: «Baño, cena (o al revés), un poco de juego tranquilo o paseo en brazos… y a la cuna». Si llora, «le acompañamos con caricias, con susurros… hasta que se quede de nuevo tranquilo». Sobre los despertares nocturnos, Olga Sesé aconseja «no ir corriendo en cuanto llore, sino identificar si se trata de una queja entre sueños que se pasa sola –en ese caso, no hay que acudir– o si es un llanto de angustia que sí requerirá de la intervención de los padres con caricias, brazos...». Si en la calle o en la propia casa hay mucho ruido a la hora de acostar al niño, «puede recurrirse al ruido blanco que lo enmascare».

Con esta base, habrá bebés que duerman del tirón en unas semanas y otros que se muestren más resistentes. «Hay que tener objetivos realistas. Un niño que toma pecho diez veces cada noche no pasará a dormir diez horas seguidas en quince días». Aunque la lactancia no es impedimento. «Si es aún pequeño se le puede dar pecho cuando tenga hambre. Pero un bebé de seis meses que pide teta cada dos horas no lo hace por hambre, sino porque le calma». La experta recomienda «pasar al bebé a la cuna si la familia no descansa y necesita un cambio», pero también trabaja con niños que hacen colecho o duermen en la cama de los padres.

Por qué los capazos y 'cucos' son mala idea

«La postura más segura para un bebé hasta los 8 meses es boca arriba, sin almohadas, mantas, peluches o elementos fijadores que le impidan mover la cabeza, y apoyado en una superficie firme», explica Tomás Zamora Álvarez, responsable de innovación del Instituto Europeo de la Calidad del Sueño. Rechaza el uso de «capazos o cucos que limitan el movimiento del cuello, ya que, en caso de que regurgiten es fundamental que puedan ladear la cabeza». La temperatura, dice, es otro elemento de seguridad. «Lo ideal es dormir a 21 grados». No hay que colocar la cuna junto a la calefacción ni cerca de una cristalera a la que le dé el sol en verano. «Un poco más de calor de lo normal puede provocar aturdimiento en un bebé que duerme profundamente. Es muy peligroso porque su cabecita hace el efecto de imán y absorbe el calor de las superficies cercanas».

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