La santa portuguesa que no se quiso casar con un noble castellano, la solución a ¿En qué calle de León estoy?

¿Serías capaz de descubrir en qué vía de la capital leonesa estamos con tan sólo un vídeo de 45 segundos? Con este reto proponíamos un divertido juego para descubrir la primera de las calles de la capital que forma parte de esta sección doble en la que una semana se juega con un pueblo y a la siguiente con una calle.

Muchos han sido los comentarios que han dado con la solución de esta vía en la que los detalles y otros planos más amplios han dado las pistas suficientes. Esta calle es en honor a una santa portuguesa, nacida en Braga, que no quiso llevar a cabo un matrimonio concertado con un noble castellano.

Y aunque hay varias historias que encajan con el nombre de la esta calle, hoy vamos a compartir con vosotros la de Santa Engracia de Badajoz, nacida en Braga. De las tres «Engracias» que aparecen en el pasionario hispano: la de Zaragoza, la segoviana y la bracarense, la historiografía contemporánea las diferencia documentalmente e identifica a ésta como la Engracia de Braga, de Carbajales o de Badajoz.

La historia de esta santa empieza como la de las jóvenes de la época, con un matrimonio sin consentimiento concertado por su padre. Engracia tenía que desposarse con un noble castellano, pero ella se había consagrado a Dios. Ante la imposición decide huir de la casa paterna y lo hace al interior de la península.

Tras ella, su futuro esposo la persigue y logra alcanzarla en los montes Carbajales, lo que hoy es Carbajales de Alba (Zamora). Cuando la encuentra y tal como cuenta Solano de Figueroa: «Postrada en oración, cogió la espada y de un golpe la degolló, consiguiendo Engracia la doble corona de la virginidad y el martirio». Tras la decapitación cogió la cabeza de la mujer y la arrojó en una laguna del río Guadiana.

No se sabe cuanto tiempo estuvo la cabeza oculta, pero cerca de 150 años después un pastor de la zona vio como salía del agua un resplendor que le dejó deslumbrado. El hombre compartió su historia con vecinos de la zona que lograron drenar todo el agua del lago hasta que apareció la cabeza de Engracia «fresca y encarnada».

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