Castrillo de Duero: Municipio ilustre y de altura con sabor a vino

Desde Castrillo de Duero se puede llegar al cielo. O al menos al techo de altura de la provincia de Valladolid. Pues es el municipio que cuenta con mayor altitud por albergar en su término municipal el pico Cuchillejo, de 932 metros. Para llegar a ese privilegiado punto que muestra unas vistas únicas, los visitantes pueden acceder a partir de diferentes puntos y rutas que varían de dificultad según la zona desde la que se ascienda. La imagen desde arriba no defrauda pues se puede contemplar el curso del arroyo Botijas y avistar la Cordillera Central que separa Castilla y León de la Comunidad de Madrid.

Castrillo de Duero es cumbre, pero en este caso nobiliaria. Pues entre sus calles se esconden varias casas que muestran escudos de familias nobiliarias. Se trata de casas señoriales de los siglos XVII y XVIII, blasonadas con escudos de armas entre las que destacan: la Casa de los Torre y Díez en la calle Bajada a Santa Marta, la Casa Palacio de los Puerto Maeda (de 1772) que está rodeada de un muro de piedra y junto a la que se encuentra un lagar, la Casa Palacio de los Bocos, del siglo XVIII o Casa de los Girón.

Y Castrillo de Duero también tiene orígenes romanos por contar con dos fuentes: Fuente de Santa María y la de Santa Marta, cada una en su respectiva plaza; la última da lugar a un arroyuelo semicanalizado con piedras. ¡Y qué decir de su puente! Del que algunos desmienten que sea romano y que cruza el arroyo Botijas hasta la otra zona de bodegas.

En cuanto a edificios de interés, en este municipio vallisoletano destaca la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, situada en lo más alto del núcleo urbano. Es una joya barroca del siglo XVII, pero de cabecera románica. Una construcción en piedra, con bóvedas de cañón con lunetos y yeserías. Monumento declarado, posee una peculiar cúpula con chapitel de pizarra en el crucero y linterna que al exterior se muestra con un chapitel; alberga en su interior lápidas con escudos nobiliarios y siete retablos. Sus pinturas al fresco subidas al altar ponen arte y color a su interior, con una decoración a la que se suman varios retablos, incluido el retablo mayor de Roque Muñoz, de imagen rococó.

Si hablamos de personajes relevantes en el municipio destaca él: 'El Empecinado'. Su vecino más ilustre, uno de los más destacados jefes de la guerrilla que luchó contra la invasión napoleónica en 1808. Cuenta con una estatua y un museo a través del que se recorre su historia con recreaciones de armas y vestuario, paneles explicativos, pantallas y proyecciones audiovisuales.

Además, cada primer fin de semana de agosto, los vecinos se engalanan para celebrar la 'Boda del Empecinado', una recreación del matrimonio entre Juan Martín Diez y Catalina de la Fuente, burgalesa de la cercana localidad de Fuentecén. La puesta en escena es itinerante, y se inicia en la Plaza Mayor. Tras un recorrido por las calles del pueblo, el enlace se celebra en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Cada año varía el trayecto, así como el conjunto de la teatralización, el número de escenas y los diálogos que protagonizan los diferentes personajes del elenco.

Con la llegada de 2025, este año se cumplen 200 años de la ejecución de 'El Empecinado' y 250 años de su nacimiento. Por este motivo, el Ayuntamiento de Castrillo de Duero, además de celebrar en septiembre su habitual ofrenda floral, organizará actos, conferencias y charlas para recordar la figura de su héroe de batalla. Un personaje ilustre que ha dado lugar al gentilicio de sus vecinos: los empecinados. Y no por ser paisanos obstinados y cabezotas, sino por tener su origen en el arroyo Botijas que transcurre por el pueblo, y que contiene altos contenidos de pecina, ese cieno o barro que se desarrolla en algunos arroyuelos. Esta denominación se transmitió al vecino más ilustre, Juan Martín Díez 'El Empecinado', apelativo que se afianzó entre sus enemigos.

Si hablamos de vinos y bodegas Castrillo de Duero es considerado uno de los espacios vitivinícolas más estables de la provincia de Valladolid. En su término municipal, especialmente próximas a la iglesia parroquial, se encuentran numerosas bodegas subterráneas. Unas cuevas cavadas a pico y pala que han guardado en su interior la riqueza de muchas familias y cuya construcción hunde sus raíces en el siglo XVI hasta que en los años 60 del siglo XX la producción del vino empezó a realizarse de forma industrial. Y por otro lado, en Castrillo de Duero hallamos cinco bodegas comerciales que pertenecen a la Denominación de Origen Ribera del Duero que son parte del motor económico y empresarial de la localidad vallisoletana.

Los vinos de Malacuera, Ébano, Vega Real, Montecastro y Cepa 21 tienen el ADN de Castrillo de Duero. Y son unos de los mejores embajadores del municipio, que cruzan fronteras y llevan el nombre de la localidad por todo el mundo. Sus caldos se caracterizan por su cuerpo, su personalidad y su variedad. Pero sobre todo, por poder ser maridados y degustados desde una altura privilegiada en la provincia de Valladolid.

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